domingo, 16 de diciembre de 2012

HACIA DONDE VAN LOS TRENES El único tren que había visto en mi vida, hasta aquel día, era el tren de la muerte en la feria de mi pueblo; con una bruja acechando en todas las esquinas de su corto recorrido, amparada en la oscuridad, daba escobazos a diestro y siniestro. A mi, mas que miedo, lo que me daban eran ganas de arrebatarle la escoba a la falsa bruja y devolverle los golpes que nos daba con muy mala leche. Quizá por eso aquella tarde parada en aquel alcen, viendo pasar a la gente, cargando con sus maletas, corriendo de una ventanilla a otra, en animada conversación unos, enjugándose las lágrimas otros, me pregunte, ¿hacia dónde van los trenes?, de pronto un ruido ensordecedor, una inmensa cabeza que emboca por el tunes hasta pararse en medio de la estación, la máquina se detiene, y todas las puertas se abren escupiendo gente que baja apresuradamente sin mirar a ninguna parte, que desaparecen rápidamente, a continuación el mismo proceso pero a la inversa, el tren engulle a los cientos de personas que hace un momento lo estaban esperando y parte. Y yo parada, al borde ya de la noche pienso, ¿hacia donde iba el tren de la muerte?

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