domingo, 16 de diciembre de 2012

Lola Con pegatinas de Venecia, Singapur y otras hermosas ciudades del mundo, en su maleta azul cobalto. Llego Lola con un libro de arte renacentista italiano, al Hotel Center. Después de darle al botones una propina, la deposito en cima de la cama y fue extrayendo sus pertenencias. Una foto del Fari que coloco sobre la mesita de noche “desde torrente uno” le traía buena suerte, una pistola Baretta, un cargador, un papelito con una dirección “Barer Strasse 27” caramelos de menta para la tos y un pastillero con sus Rolaynol, “después de cada trabajo le ardía el estómago”; un par de braguitas negras, sus manolos blanis, unos vaqueros y dos trajes de Dior. No había traído mucha ropa ya que solo estaría dos días en Florencia, a las doce en punto recibió un sms con la misión que debía realizar, el lugar, el mercado de la paja. Tenia que disparar solo para asustar a un rico heredero que estaba arruinando a su familia con sus locas inversiones

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