domingo, 16 de diciembre de 2012

MARTE Aquí estoy en medio de un mar, que nadie ha descubierto, si, porque lo que ha pasado, es que todas las sondas que hemos mandado desde la Tierra, a Marte, han caído donde no había agua. Menos mal que en la nave también venia un bote (de goma) pero me ha salvado la vida, porque yo nado menos que una Perdiz. Pensar que me aliste en esta misión por amor, y después Laura, no pasó las pruebas, parece un mal chiste.

MI VIRGEN DE LA CABEZA

Mi virgen de la cabeza Es la que vela mis sueños Es la que vela mis sueños La virgen de la cabeza Es la que vela mis sueños, La virgen de la cabeza Es la que vela mis sueños Es la que vela mis sueños To el año soñando verla Por las calles de mi pueblo (bis) (estribillo) Deja que ponga una rosa A tus pies, mi soberana Cuando te canto una salve Que para un buen motrileño No existe cosa más grande Estoy cantando a la virgen Sevillanas y fandangos Sevillanas y fandangos Estoy cantando a la virgen Sevillanas y fandangos Estoy cantando a la virgen Sevillanas y fandangos Sevillanas y fandangos Para decirte mi reina Que yo siempre en ti confío (bis) (estribillo) Que contenta estoy mi virgen En el día de la ofrenda En el día de la ofrenda Que contenta esta mi virgen En el día de la ofrenda Que contenta esta mi virgen En el día de la ofrenda En el día de la ofrenda Rodea de sus hijos En el parque junto a ella (bis) (estribillo) Cuando va muriendo el día Mi alma se desespera Mi alma se desespera Cuando va muriendo el día Mi alma se desespera Cuando va muriendo el dia Mi alma se desespera Mi alma se desespera Otro año por delante Pá tenerte otra vez cerca (bis) (estribillo)
EN SU RECUERDO (A Carmela, a quien quise como a mi madre) Plagiando a la mayor de sus nietas, le dije: “Deja que tu risa ilumine para siempre nuestras vidas”. Pero ella no me escuchaba, estaba allí si, en aquella habitación blanca y fría, rodeada de sus hijos y de sus nietos y nietas, pero ya no me escuchaba. Volaba hacia otra dimensión (quien sabe dónde) desde donde cuidara de todos sus seres queridos, incluyendo entre ellos a sus amigos y amigas, tal era su dimensión, Hoy, en este acto, ¿estará? Seguro que sí. Estará aquí Con sus compañeras del Cerrillo, y de los Álamos, ocupando la tercera o cuarta fila del Teatro. “Madre, dicen que a quien se recuerda nunca muere y nosotros siempre te recordaremos. Tus hijos le hablaran de ti a sus nietos y nietas, estos a los suyos y así sucesivamente, eternamente en nuestras vidas.”
HACIA DONDE VAN LOS TRENES El único tren que había visto en mi vida, hasta aquel día, era el tren de la muerte en la feria de mi pueblo; con una bruja acechando en todas las esquinas de su corto recorrido, amparada en la oscuridad, daba escobazos a diestro y siniestro. A mi, mas que miedo, lo que me daban eran ganas de arrebatarle la escoba a la falsa bruja y devolverle los golpes que nos daba con muy mala leche. Quizá por eso aquella tarde parada en aquel alcen, viendo pasar a la gente, cargando con sus maletas, corriendo de una ventanilla a otra, en animada conversación unos, enjugándose las lágrimas otros, me pregunte, ¿hacia dónde van los trenes?, de pronto un ruido ensordecedor, una inmensa cabeza que emboca por el tunes hasta pararse en medio de la estación, la máquina se detiene, y todas las puertas se abren escupiendo gente que baja apresuradamente sin mirar a ninguna parte, que desaparecen rápidamente, a continuación el mismo proceso pero a la inversa, el tren engulle a los cientos de personas que hace un momento lo estaban esperando y parte. Y yo parada, al borde ya de la noche pienso, ¿hacia donde iba el tren de la muerte?
AQUELLA FOTO Aquella foto donde se le veía sentado en la escalera, amarillenta, como un puente de Madison, era tramposa. Al fondo la ventana y una nube sedosa como la piel de una manzana, como la mejilla de una recatada quinceañera, y en la memoria espesa, como escrito en una libreta musical, sibilante, un piano errante, armadura ridícula.
MI GENERAL El sol que entraba por la ventana le segaba los ojos, impidiendo ver lo que sucedía en el patio. Sin embargo a pesar de lo avanzado de la hora, no se movió de la cama. El silencio que reinaba fuera, hacia que siguiera pegado más y más a aquel colchón castrense. Le desconcertaba tanto silencio, donde estaban sus hombres, porque no había escuchado la diana, quien había dado las órdenes del día. Ninguna pregunta tenia respuesta para el viejo general, el alzehimer había empezado a tomar posesión de su vida y de sus actos. Por eso la diana no había sonado a las seis, ni había ruido de soldados. En el nuevo patio donde se movió el general reinaba un inmenso silencio, siempre el silencio.
Lola Con pegatinas de Venecia, Singapur y otras hermosas ciudades del mundo, en su maleta azul cobalto. Llego Lola con un libro de arte renacentista italiano, al Hotel Center. Después de darle al botones una propina, la deposito en cima de la cama y fue extrayendo sus pertenencias. Una foto del Fari que coloco sobre la mesita de noche “desde torrente uno” le traía buena suerte, una pistola Baretta, un cargador, un papelito con una dirección “Barer Strasse 27” caramelos de menta para la tos y un pastillero con sus Rolaynol, “después de cada trabajo le ardía el estómago”; un par de braguitas negras, sus manolos blanis, unos vaqueros y dos trajes de Dior. No había traído mucha ropa ya que solo estaría dos días en Florencia, a las doce en punto recibió un sms con la misión que debía realizar, el lugar, el mercado de la paja. Tenia que disparar solo para asustar a un rico heredero que estaba arruinando a su familia con sus locas inversiones
TIERRA DE PROMISIÓN Llovía torrencialmente aquella madrugada de Diciembre. Parecía que el cielo se abría para descargar sobre aquellos pobres infelices toda el agua del universo, eran hombres y mujeres huyendo del hambre persiguiendo el sueño de comer todos los días. El viento de levante mecía el casco de la frágil patera meciéndola por encima de las peligrosas olas. El resplandor del relámpago, que precede al trueno, descubría en la oscuridad de la noche, unos rostros aterrorizados a merced de los elementos; hacinados en aquel pequeño bote, tiritaban empapados, debajo de unas raídas chaquetas intentando achicar agua con lo único que tenían sus manos. Lejos; en el horizonte se adivinaban las luces de alguna ciudad costera, donde tal vez les estuvieran aguardando alguien amparados en la oscuridad de la noche. Hacia muchas horas que un mercante los había abandonado en medio de la mar, a bordo de una patera. Sin nada, con la promesa de que pronto alcanzarían la costa. Sin embargo a las pocas horas el motor se paro y el pequeño bote quedo a la deriva, tal vez por un macabro despiste, a alguien se le olvido echar combustible a aquella embarcación. Y ellos no sabían nada de gasolina ni de motores, todos provenían del África más pobre y miserable, tan pobre que una vida no vale nada. Tampoco vale que la arriesgan cruzando un mar tenebroso que no conocen buscando una tierra de promisión, a sabiendas que muy pocos lo consiguen, en un intento desesperado por cambiar sus destinos y el de sus familias. En el puerto más cercano, una patrullera de la guardia civil se pone en marcha para vigilar la costa. Inicia el recorrido lentamente. Es noche buena y los seis militares echan de menos a sus familias en una noche tan especial. Cenaron apenas sin mirarse y más tarde hablaron con sus mujeres e hijos. Por fin el viento se da una tregua, también deja de llover. El mar ya no rugía como lo hacía antes de la media noche, poco a poco llega la calma, que se rompe cuando la radio del barco hace añicos el clímax navideño, con un mensaje de socorro. Desde un transbordador se ha avistado una patera a la deriva. El oficial al mando, pone rumbo a las coordenadas que se le indican. Para los seis hombres no hay nada en el mundo tan importante como salvar esas vidas en mitad de la nada. Las luces del muelle cada vez estaban más cerca, ya se podían distinguir de las del pueblo, pronto habría terminado su sufrimiento. Llegarían a la playa, donde tal vez, algunos amigos les estarían aguardando en la oscuridad de la noche, con una calida manta donde envolverse para mitigar tanto frío. Luego ya en los hogares un rincón donde calentarse, una taza de café y unas manos amigas que estrechar y fundirse en un abrazo. La guardia civil, se acercaba cada vez más. Cuando el casco de la lancha rozo al de la patera, ellos los desesperados, ya no tenían miedo. Por la radio, desde tierra preguntaron: -cuantos son.- Al otro lado se produjo un doloroso silencio y desde el puesto de mando volvieron a preguntar: -repito cuantos son.- el oficial con la voz rota, respondió unos treinta, todos muertos.
AQUEL SUEÑO Lorenzo entró en el dormitorio que estaba a oscuras, varias veces quiso encender la luz en vano, ya que cada vez que lo intentaba lo único que conseguía era que saltaran chispas del interruptor. Con precaución avanzó por la habitación, (aunque la conocíamuy bien y sabía donde se encontraba cada mueble), recordando una técnica para personas invidentes que había visto en alguna película de la que no recordaba el nombre, subió el brazo izquierdo a la altura de la cara y con el antebrazo se cubrió el rostro.Con la mano derecha por delante, tanteó el espacio por donde avanzaba, hasta que se topó con algo muy grande y peludo que le tapaba el paso, el contacto de su mano con esa cosa le izo estremecer.Para entonces sus ojos se estaban acostumbrando a la oscuridad y empezaba a no dar Crédito a lo que distinguía, un Oso que lo miraba entre sorprendido y contento de Aparecer en aquel sueño.